Las mujeres de origen Celta eran criadas tan libremente como los hombres. A ellas les era dado el derecho de elegir sus compañeros y nunca podrían ser forzadas a una relación que no querían, de echo antes del matrimonio la mujer era cortejada y conquistada como un ser superior, y en el ejercicio de sus privilegios podía desdeñar y mirar con enojo atenciones hasta de príncipes y reyes, eligiendo a quien ella quisiera. Luego del matrimonio ella no era propiedad de su marido, eran compañeros en una aventura matrimonial. La esposa era dueña exclusiva de sus propiedades, tampoco las propiedades habidas juntamente o poseídas por ambos podían ser vendidas o cedidas por el marido sin el consentimiento de su esposa, sus derechos sobre los bienes comunes eran iguales. La mujer casada podía proseguir con un caso legal, podía ser titular de derechos, e incluso demandar a sus deudores. Cuando se reclamaba sobre las cosas de un deudor, ella embargaba las cosas apropiadas para mujeres, artículos tales como husos, espejos, etc…Madres, esposas, hermanas, amigas y amantes, también sabían luchar en la batalla; entendían de leyes, dirigían hogares, trabajan el campo, se experimentaban en la lucha; conocían las ciencias de la magia, la poesia y la escritura . Su situación era de igual a igual, respecto al hombre, en la sociedad celta, una característica que recuerda mucho a la posición de la mujer en el antiguo Egipto, muy similar al caso de las mujeres celtas. Se confiaba mucho en sus conocimientos del mundo natural, con independencia de la indiscutible sabiduría druídica; no tenían tabúes en el campo de la sexualidad y defendían a sangre y fuego a su pueblo en caso de ser atacados por algún enemigo, ya que desde pequeñas aprendían el manejo de las armas para estar preparadas para defenderse ante cualquier enemigo, ya fuera animal o humano.
Las mujeres galas eran muy desinhibidas por el contacto que mantenían con los hombres desde su infancia. A pesar de tener muy poco de pudorosas, les gustaba adornarse y cuidar su físico. Hacían lo que seguramente no hacían las más distinguidas señoras romanas y era lavarse dos veces al día. Los cabellos rubios o pelirrojos los llevaban anudados en trenzas y se ponían muchos adornos. Les gustaba acaparar la atención del hombre, por lo que en las fiestas vestían con capas a rayas o cuadros acompañados de bordados de plata y oro, y cosían campanillas a las mismas para llamar la atención.
Cuando querían sentirse bonitas se pintaban las uñas de las manos y los pies y daban color a sus mejillas con una hierba especial llamada ruan y oscurecían sus ojos con el jugo de las bayas. Sin embargo, toda esta dulzura y fragilidad desaparecía en el momento en que participaban en la guerra o veían en peligro a su familia. Las mujeres celtas conocían el manejo de las armas y amaban a los suyos con más pasión que a su propia persona. Una mujer celta iracunda era algo que había que temer, puesto que no era raro que luchasen al lado de sus hombres, y a veces, mejor que ellos. No podemos olvidarnos de la reina de los icenios, Boudicca, que ella con su carro de ejes cortantes fue quien rompió las filas de la IX Legión. Podían las mujeres celtas guiar y prevalecer sobre los suyos, en el caso britano lo vemos en Boudicca y en Cartimandua, la reina de los brigantes, quien apresa a Caradawc.
La mujer celta se guiaba por una serie de principios, entre los cuales estaban:
“Ama a tu hombre y síguelo, pero solamente si ambos representaran, uno para el otro, lo que la Diosa Madre enseñó: Amor, compañerismo y amistad”
¡Jamás permitas que ningún hombre te esclavice: naciste libre para amar, y no para ser esclava!.
¡Jamás permitas que tu corazón sufra en nombre del amor. Amar es un acto de felicidad! ¿por qué sufrir?
¡Jamás permitas que tus ojos derramen lágrimas por alguien que nunca te hará sonreír!
¡Jamás permitas que el uso de tu cuerpo sea cercenado. Tu cuerpo es la morada del espíritu. ¿por qué mantenerlo aprisionado?
¡Jamás te permitas estar horas esperando alguien que nunca vendrá, aunque te lo haya prometido!
¡Jamás permitas que tu nombre sea pronunciado en vano por un hombre cuyo nombre ni siquiera sabes!
¡Jamás permitas que tu tiempo sea desperdiciado con alguien que nunca tendrá tiempo para ti!
¡Jamás permitas oír gritos en tus oídos. ¡El Amor es lo único que puede hablar más alto!
¡Jamás permitas que pasiones desenfrenadas te lleven de un mundo real para otro que nunca existió!
¡Jamás permitas que otros sueños se mezclen a los tuyos, volviéndolos una gran pesadilla!
¡Jamás creas que alguien pueda volver cuando nunca estuvo presente!
¡Jamás permitas vivir en la dependencia de un hombre como si hubieras nacido inválida!
¡Jamás te pongas linda y maravillosa a fin de esperar un hombre que no tendrá ojos para admirarte!
¡Jamás permitas que tus pies caminen en dirección de un hombre que solo vive huyendo de ti!
¡Jamás permitas que el dolor, la tristeza, la soledad, el odio, el resentimiento, los celos, el remordimiento y todo aquello que pueda sacar el brillo de tus ojos, te dominen, haciendo enfriar la fuerza que existe dentro de ti!
Y, sobre todo, jamás permitas perder la dignidad de ser... MUJER.
Toda mujer debería seguir estas indicaciones teniendo así una vida más digna!.
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