Nuestro primer contacto con el entorno se concreta mediante la vista, por eso dicen que “una mirada vale más que mil palabras”, y es cierto, los ojos delatan a una persona si es pacifica o agresiva, si es coqueta o lasciva, si rabiosa o envidiosa, tímida o provocadora.
La vista es el órgano que más poder puede canalizar debido a su correspondencia con el hígado (donde se acumula toda la rabia y la frustración, la simpatía y la confianza).
Mediante la mirada podemos trasmitir muchas emociones, a veces reflejamos emociones positivas (si nos enamoramos los ojos nos brillan de luz, la ternura de la madre se percibe en la mirada sobre el bebe, etc), pero también podemos manifestar emociones negativas (la ira se refleja en las chispas que desprenden nuestros ojos, ante la envidia se enturbia la expresión, se oscurecen la luz y los parpados se entrecierran como un felino dispuesto a atacar en la noche.
El mal de ojo por tanto es sencillamente "mala energía" que alguien nos proyecta a través de los ojos (a veces inconsciente y otras conscientemente), y lo que nos pasa si alguien nos “ojea” es que nos vienen desgracias que son atraídas por la envidia de otra persona hacia nosotros, que nos desea que las cosas nos vayan mal, así que se llama mal de ojo precisamente porque uno, sin querer, atrae la mirada del otro, ese que nos mira con envidia, con malos sentimientos, y es esa mirada la que fija en nosotros esa maldad, que absorbe nuestra energía, nuestra potencia, nuestra capacidad de actuar, haciendo que lo bueno que nos pasa en nuestra vida cambie a ser malo.
La vista es el órgano que más poder puede canalizar debido a su correspondencia con el hígado (donde se acumula toda la rabia y la frustración, la simpatía y la confianza).
Mediante la mirada podemos trasmitir muchas emociones, a veces reflejamos emociones positivas (si nos enamoramos los ojos nos brillan de luz, la ternura de la madre se percibe en la mirada sobre el bebe, etc), pero también podemos manifestar emociones negativas (la ira se refleja en las chispas que desprenden nuestros ojos, ante la envidia se enturbia la expresión, se oscurecen la luz y los parpados se entrecierran como un felino dispuesto a atacar en la noche.
El mal de ojo por tanto es sencillamente "mala energía" que alguien nos proyecta a través de los ojos (a veces inconsciente y otras conscientemente), y lo que nos pasa si alguien nos “ojea” es que nos vienen desgracias que son atraídas por la envidia de otra persona hacia nosotros, que nos desea que las cosas nos vayan mal, así que se llama mal de ojo precisamente porque uno, sin querer, atrae la mirada del otro, ese que nos mira con envidia, con malos sentimientos, y es esa mirada la que fija en nosotros esa maldad, que absorbe nuestra energía, nuestra potencia, nuestra capacidad de actuar, haciendo que lo bueno que nos pasa en nuestra vida cambie a ser malo.
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